AMANTIS INFORTUNIA
Yo, que he besado a hombres y mujeres
Que he sostenido, contra mi pecho, las manos de un amante al que sólo yo estimaba
Que me he enamorado de la impronta de una imagen que me entró por el rabillo del ojo al subirme al transporte público y nunca he sabido su nombre.
Yo, que todo lo veo con ojos de bondad, con alma de tibieza
Que me he enamorado de las ideas más descabelladas
Y más de una ilusión me ha roto el corazón
Yo, que he quedado prendada a mí misma más de una vez en un solo año
Que he caído por el cariño del concepto de mi persona enamorada y no tanto con aquello que me entregaban
Yo, que amo
Que mi primera persona del singular se angustia si no es mirada y, en la calma de la noche, bien deseada
Como quien desea el aroma del jazmín en navidad
Y el abrazo de una madre cuando se está en aprietos.
Yo, que me he enamorado de una mujer por correspondencia y no sé a qué huele su cabello
Pero tengo una idea de cómo le gusta el café por las mañanas (abatido, fuerte y muy caliente, como nuestras nostalgias)
Yo, que he caído en la incredulidad de un para siempre que acabó ante la intervención de un hombre desprolijo pero presente en la inmediatez de lo tangible
Que he duelado la fantasía de un casamiento que no pasa por iglesia,
que no pasa por la puerta de mi casa.
Yo, que me he enfrentado a las adversidades de explicar mis emociones
como si éstas no fueran un torbellino de sinsentidos y revolución encapsulada
en una mirada, una tomada de mano, un beso en el hombro en plena oscuridad.
Yo, que siento que me muero cual flor en brasas cuando llego a la conclusión: el amor me ha cerrado las puertas de esta habitación.
Entonces me escabullo y, a fuerza de terquedad, me transmuto a sombra escurridiza que se deja caer
Por la ventana, por el pestillo, por la puerta del fondo que sólo se es usada en caso de emergencia (entiéndase: cuando se busca una entretención porque lo de adentro abruma)
Y a golpes y porrazos veo amor en todo aquello que se le parece pero no lo es del todo
Porque no me prioriza.
A mí, yo, que soy hija de la luna, amiga de las rosas y sus espinas, producto del vino dulce y la sangre que emana de la boca vampiresa que sonríe y drena de energía al más amargo.
Me caigo a pedazos y vuelvo a empezar
Yo, que he besado a hombres y mujeres
Sólo por el gusto que me supone reconocer a mi boca bucear en todo lo no dicho
En todo eso que se entierra en lo profundo de mí
Y me vuelve un reflejo de quien me gustaría ser
al final del camino.